martes, 25 de junio de 2013

ORIGEN DEL MITO



Ejerciendo de médico en las tierras del Norte, fui reclamado una noche de tormenta para atender un parto. En aquel lugar dejado de la Providencia se han visto muchas cosas extrañas, y no me sorprendió que el recién nacido tuviera cabeza de becerro. Recomendé ahogarlo con un almohadón, pero a los padres les faltó valor. El varón creció y, mucho tiempo después, cuando ya había cumplido quince años, vino a visitarme. Me llamaba «buen doctor», pero había en sus palabras un velo de amarga ironía. Yo no podía apartar la vista de sus astas de toro. «He sabido por mis padres que usted les aconsejó matarme», dijo. «Así es», respondí con todo el aplomo de que fui capaz, pues temía que su propósito fuera vengarse por ello. «Debieron hacerle caso», fue lo último que le oí mugir mientras abandonaba mi consulta. Después supe que, antes de venir a verme, había corneado a sus padres hasta la muerte. También me dijeron que huyó al monte, y que allí construyó una casa de largas e intrincadas galerías para recluirse en su interior, pero ésa es otra historia.




MANUEL MOYANO

2 comentarios:

  1. Me ha encantado el micro, fantástica revisión de la historia. Aunque tantas ilustraciones e imágenes mentales sitúan el laberinto frente al mar que el hecho de que lo construya en el monte me ha resultado extraño (por decir algo que no se quede en el simple me encanta). Un abrazo!

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  2. Inquietante la atmósfera que has generado. Me ha gustado

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