viernes, 31 de agosto de 2012

GRANDES REMEDIOS.



Un día llegaron, cucurrucucú, las palomas y remodelaron las fachadas de los edificios con sus excrementos.

Alguien propuso que se importara una partida de gaviotas, ya que en otros lugares éstas habían sido eficaces en cacerías de columbiformes. Todos los miembros del consejo votaron a favor.

No tardaron mucho en comprender que no había sido una gran idea, pues gaviotas y palomas descubrieron lo bien que se lo pasaban juntas moteando el cielo de máculas aladas.

Decidieron entonces comprar cóndores amaestrados a unos expertos en cetrería; cóndores que rápidamente olvidaron su misión inicial y se dedicaron a atacar a los humanos en lugar de a las otras aves.

Finalmente, los sabios vaciaron las arcas públicas para pagar a los científicos que habían conseguido clonar pterodáctilos.

Hoy por hoy, quien no tiene alas en esta ciudad es hombre muerto.

                                                                                                      Vanessa Navarro Reverte

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