jueves, 30 de agosto de 2012

SIN TÍTULO





No tuve mas remedio, tomé la iniciativa, me acerqué a ella y , aún siendo más alta que yo, la subí a pulso. Ella, no decía nada, solamente, de vez en cuando, parecía gemir. Después de un buen esfuerzo, quedó en lo alto. El sudor recorría mi espalda, el sol golpeaba mi cara. Hice un buen nudo y me bajé de la escalera....

Lo había conseguido. La correa de la persiana, al fin estaba colocada.

                                                                                                             Carlos Gargallo

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