jueves, 30 de agosto de 2012

LA LLAMADA



LA LLAMADA
Marco mi propio número de teléfono. Me contesta una voz que reconozco al instante: soy yo mismo. Me pregunta que quién soy, que por qué llamo a estas horas, que cómo diablos he conseguido su número. ¿Tu número? Respondo. Este es ‘mi’ número. Hay una breve pero acalorada discusión. Ninguno de los dos cedemos. Tras la insoportable atmósfera de tensión se hace el silencio. Un silencio frío y sólido que se extiende a través de la línea. Uno de los dos al fin cuelga. Y me descubro con el auricular en la mano sin comprender si era yo el que hacía la llamada o el que la recibía.

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